viernes, 19 de agosto de 2011
martes, 2 de agosto de 2011
viernes, 22 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
En menos de dos horas de viaje el sueño americano de ganar la carrera espacial había quedado destrozado. Uno de cada tres habitantes del planeta en ése momento eran comunistas. Todo estaba por hacer y lo mejor de eso, es que iban ganando, como ocurría con la cosmonáutica.
El impacto fue tan profundo e inesperado que los EEUU debieron reconocer rápidamente la hazaña. Aun antes de ser electo presidente, John Kennedy incorporó el tema a su campaña y finalmente tras ser electo, lanzó a sus compatriotas y a occidente un nuevo reto: La Luna. Los rusos ya en 1962 habían anunciado que no intentarían llegar al satélite porque no tenía ningún propósito estratégico.
El Mito que se construyó no fue "solamente" llegar a la Luna, aunque en la postal histórica, en nuestras mentes occidentales esté fijada la caminata de Amstrong. El reto era “llevar un hombre a la luna y traerlo sano y salvo”. Ése era el desafío. El Mito constitutivo de finales de los 60 y comienzos de los 70, en los Estados Unidos, era el del Pueblo Judío en el Éxodo que narra la Biblia.
“Si es que crees en Dios, te llevaré a la Tierra Prometida” dijo Moisés al abandonar Egipto. El paso de la esclavitud a la libertad comenzaba en la aceptación de que era posible. Pero la epopeya bíblica de los 40 años vagando por el desierto no está centrada en la llegada a Israel, sino en el pasaje. Es un rito del pasaje, muy bien corporizado en la Pascua Judía que el propio cristianismo luego adaptó para sí y su propia promesa "si es que crees en mí tendrás la vida eterna".
La guerra fría, la incertidumbre occidental frente a lo que se suponía eran los impresionantes avances tecnológicos de la ex URSS, el terror nuclear, la Guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles y otras amenazas como la dependencia del petróleo árabe, serían apaciguadas y dominadas si se cumplía la promesa. Traer a sus hombres “sanos y salvos”.
Aunque aparente paradójico, la imagen más impactante, desde el punto de vista político no fue, en ése momento, la caminata lunar, sino el instante en que explota la escotilla del módulo de amarizaje del Apollo 11 y asoma la cabeza de Buzz Aldrin. Estaban vivos. La promesa había sido cumplida.
El rito del pasaje es bien abordado por Sigmund Freud tanto en “El porvenir de una ilusión” como en “El malestar en la cultura". Con diferentes adaptaciones de aplicación ha sido uno de los Mitos fundantes del accionar político moderno. “Confíen en mí que los llevaré a la Tierra Prometida” parecen decirnos nuestros líderes cuando las amenazas del entorno nos hacen insoportable el presente.
Aquí el recurso fue utilizado recientemente por el equipo de comunicación de Mauricio Macri en spots televisivos en los que luego de contar aspectos de su gestión, mediante el recurso del storytelling, afirmaban "las cosas pasan cuando empezás a creer".
viernes, 3 de junio de 2011
martes, 31 de mayo de 2011
Las emociones, principalmente las que generan sentimientos positivos, influencian substancialmente las determinaciones políticas de las personas, ya que entre otras cuestiones ayudan a dar marco a las demandas profundas de bienestar. Si nuestro sistema emocional se perfeccionó a lo largo de millones de años lo fue para acercarnos al bienestar y alejarnos del dolor, por cuanto, sin distinguir las cuestiones racionales del discurso, los mensajes políticos que apuntan a fortalecer la sensación de bienestar sobreviven e impresionan nuestro sistema de manera significativa.
La pasión como resultado de la emoción tiene efectos profundos en política, pero los investigadores han comenzado recientemente a estudiar cómo influencian nuestro pensamiento político. La subestimación de este impacto y cierta negligencia académica de muchos años desafortunadamente a sesgado nuestra comprensión del comportamiento político como producto de nuestro sistema emocional por sobre el racional.
En “El efecto del afecto. Dinámica de la emoción en el pensamiento y el comportamiento políticos”[2] del que participan más de treinta estudiosos del tema, se sugiere que la esperanza es el sentimiento que más afecta a una persona en la definición de voto de preferencia. "Cuando se trata de las emociones en la política, la atención se ha centrado en el miedo, la ira o
Para sus autores, la esperanza es la emoción más importante en la campaña y es determinante cuando el discurso opositor se basa en el miedo, miedo a perder el status alcanzado, cierto estado de bonanza, o miedo a que se descontrole la economía, las libertades, etc. Por cuanto el factor de esperanza que despierte un candidato será un elemento clave si se encuentra estrechamente relacionada con el miedo que genere el candidato opuesto. A su vez, los "votantes de la esperanza" construyen y difunden más adecuada y sostenidamente la imagen negativa del "oponente del miedo".
A su vez, Drew Westen en "El cerebro político: El papel de la emoción al decidir el destino de una Nación", explica cómo nuestro cerebro humano se desarrolló sobre millones de años para tomar decisiones primero con nuestras emociones y sólo secundariamente, con nuestras facultades lógicas. La inteligencia emocional controla absolutamente cada decisión que toma la gente, y no hay ningún aspecto donde más se note que esto es verdad más que en la política electoral.
El trabajo de Westen coincide, en parte, en resaltar la importancia de enmarcar el discurso político en una narrativa que otorgue sustento al “concepto central de la campaña y de qué historia se les está contando a los votantes”[4]. Allí radica la importancia de la utilización de una historia o de una narrativa emocionalmente atractiva y constante para presentar al público votante los valores del partido y del candidato. Solamente después de que hayan entendido esas dos cosas es que toman la decisión electoral.
[1] Ted Brader. "Affective Intelligence and Beyond". 2007.
[2] The Affect Effect. Dynamics of Emotion in Political Thinking and Behavior. W. Russell Neuman, George E. Marcus, Michael MacKuen, and Ann N. Crigler. University of Chicago Press. 2007
[3] Ann N. Crigler. Dentro del libro citado, su trabajo se llamó "No abandonar la esperanza: Emociones, Candidatos, valoraciones y votos", es Jefe del Departamento de Ciencias Políticas en University of Southern California.
[4] Drew Westen. “The Political Brain: The Role of Emotion in Deciding the Fate of the Nation”. 2004
viernes, 27 de mayo de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
martes, 25 de enero de 2011
En un contexto emocional se produce una percepción más selectiva y discriminadora que pone en marcha mecanismos de “fast cognition” que hace más operativa la respuesta. Nos pone en guardia, o limita las barreras asociativas y en la comunicación genera concentración y foco intelectual. No podríamos ni aunque quisiéramos recibir toda la información con la que somos bombardeados desde “el afuera”.
Vivimos y percibimos en un estado de latencia inconciente. Son los estímulos que llegan por sistema emocional los que tienen prioridad para hacernos perder el estado de registro inconciente y aflorar más rápidamente a nuestro nivel conciente. Sin embargo su utilización de estos conocimientos como herramienta de comunicación política resulta esporádica, anárquica y poco profesional.
Según la gente de Max Planck, independientemente de la música, las letras y los gustos culturales de cada individuo, las cadenas de sonidos surgidas de las melodías predisponen al cerebro a abrirse a recibir información que de otra manera no ocurriría.
El descubrimiento permitirá impulsar nuevas investigaciones que beneficien a áreas de las industrias como el Marketing, la Comunicación Social, la Publicidad y por supuesto las campañas electorales, en cuanto a enfocar y afinar la selección musical de las piezas que mejor sean recibidas por los ciudadanos en tanto consumidores, usuarios o votantes.
Es que cuando estamos o creemos estar bajo situaciones estrés, y por el contrario, frente a temáticas poco importantes para nuestro sistema de valores cotidiano, como lo es en general la política, lo hacemos con la parte trasera de las áreas del cerebro donde el que manda es el sistema límbico. Es decir lo más importante para nuestra supervivencia y lo menos importante para nuestra vida cotidiana se procesa en el mismo lugar.
Eso lo saben y se expresa como tendencia entre los anunciantes de las empresas, los políticos innovadores, las religiones electrónicas y otras ofertas que surgen del abstracto conceptual para explotar los defectos del sistema cerebral del hombre moderno. En lo que respecta a la política ocurre con mayor nitidez en momentos de temor o fatiga frente a las advertencias constantes de real imaginado o amenazas medianamente creíbles que se expresan en la sociedad.
Quienes estamos en campañas políticas y comunicación de gobiernos sabemos por experimentación directa o medición sociológica que ciertos temas musicales actúan como "abrepuertas" a otros (nuestros) mensajes. Ahora tenemos un basamento científico más para convencer a nuestros clientes de la oportunidad o no de utilizar determinadas canciones.