viernes, 19 de agosto de 2011

Para la amplia mayoría de la ciudadanía la decisión electoral es una menudencia de su vida cotidiana, es un detalle. Y lo hace viajando en colectivo, bañándose, jugando a la pelota. No lo hace en la biblioteca, analizando propuestas y posibilidades. Lo hace en un rato y como prolongación y generalización de sus experiencias personales en su vida privada, en su trabajo y a partir de sus ideas y conocimientos, limitados, sobre la economía y la realidad nacional, de su ciudad y barrio.

Y cuando finalmente deciden guiados por sus emociones más que por sus percepciones racionales, lo hacen emitiendo juicios simples, muy simples: “bueno”, “malo”, útil”, “mejor”, “sincero”, “capaz”. No mucho más que esos adjetivos que se ajusten y se signifiquen en su marco conceptual y escala de valores.

¿Pero, sobre qué son las campañas? un grave error es suponer que las campañas locales o nacionales giran en torno a obras. Las campañas son sobre temas y las ideas que sostienen. Es cierto que las obras son importantes y que son estimadas así por el electorado, pero eso se lo hace cuando se valora el record del candidato. Qué hizo por cada uno de sus vecinos, de qué se ocupó, cómo le fue, cómo cambió para bien la vida de las personas. Pero en una campaña electoral lo que define es el tema y las ideas.


Si no lo decidió antes, es desayunando, en la sobremesa o luego de dormir la siesta, cuando el elector se prepara para ir a votar, es en la fila de la escuela o en el cuarto oscuro, cuando el vecino recuerda y hace suyo el tema y el mensaje de nuestro candidato. Allí es cuando el mensaje no sólo fue interesante para el elector, sino que fue fácilmente recordable y conceptualizable. Pero fundamentalmente que esos temas hubieran interpretado el estado de ánimo de la gente, y fueran relevantes en lo que viven, piensan y sienten.

En Argentina de hoy se debate tratando de entender porqué un 50% del electorado votó en las elecciones primarias por la actual presidente, Cristina Fernández, cuando al tope de los reclamos ciudadanos se mentienen temas que no ha podido resolver como la inseguridad, el costo de la vida e inflación, la falta de soluciones habitacionales como el valor de los alquileres, la falta de créditos hipotecarios y demás.

Si bien es cierto que esas son demandas centrales, generalmente los ciudadanos en tanto electores sopesan todas las cuestiones, y como es cierto que el gobierno está en falta con esos temas también es cierto que en la valoración general tambien inciden de manera decisiva las cosas que sí resolvieron los gobernantes.


En esa balanza particular, se incluye la marcha general del gobierno y la economía, los beneficios concretos, tal el caso de los subsidios que mantienen la situación medianamente estable (para todas las clases sociales), la Asignación Universal por Hijo, a las jovenes embarazadas, la entrega de netbooks, y cuestiones menos concretas pero importantes como el apoyo a la ciencia y técnica, entre otras. Y fundamentalmente la manera de entender la vida en lo que es importante para ellos y finalmente, la relación gobierno / ciudadanos.

Escuchar a ciertos personajes de la oposición vincular el resultado electoral a la posibilidad de amplios sectores de nuestra comunidad en el acceso al crédito o porque se encuentran anestesiados con programas de TV degradantes, es no sólo una simplificación ingenua, sino una falta de respeto a millones de habitantes de Argentina. Desde la mente lógica no es difícil llegar a la conclusión de que la gente votó contra sus intereses

Pero tal como George Lakoff, ha señalado repetidamente la gente vota en buen grado en función de sus valores: “la gente no vota necesariamente por sus intereses. Vota por su identidad. Vota por sus valores. Vota por aquellos con quienes se identifica. Es posible que se identifique con sus intereses. Puede ocurrir. No es que la gente no se preocupe nunca de sus intereses. Pero vota por su identidad". Y si su identidad encaja con sus intereses, votará por eso. Es importante entender este punto. Es un grave error dar por supuesto que la gente vota siempre por sus intereses.

En Argentina ejemplos sobran. Los más recientes: El acompañamiento que hizo el electorado en 1985 en las legislativas que dieron el triunfo a las listas del entonces presidente Alfonsín. La presidencial de 1995 de reelección de Carlos Menem y las legislativas de 2009. Hay más ejemplos, pero en estas tres instancias electorales, la ciudadanía votó a favor de sus valores, aun en contra de sus intereses.

La marcha de la economía es un factor importante, pero el bienestar personal y familiar no se mide sólo en consumo, ingresos e inversión. En la cosmovisión del electorado, son las ideas que apoyan y dan sentido a su vida, independientemente de la marcha de la economía la que definen el voto.

Y en la Argentina, aunque a muchos de nosotros no nos guste el resultado, como en todo el mundo libre y democrático, se vota por ideas y valores.


martes, 2 de agosto de 2011

Mi columna en Punto de Control de Cablevisión La Plata del 13 de Julio 2011



viernes, 22 de julio de 2011

La denuncia del candidato porteño Daniel Filmus contra Jaime Durán Barba y que la Justicia tomó con tanta presteza, más allá del componente político, llama la atención. Pero además preocupa a quienes trabajamos en nuestras profesiones con encuestas aplicadas a las campañas electorales. Preocupa que nadie del ámbito académico, asociaciones y las principales empresas orientadas a campañas electorales y al análisis de la Opinión Pública hayan salido a esclarecer algunos puntos.

Metodológicamente, la construcción de escenarios y el aporte de la información surgida de investigaciones sociales para elaborar discurso, se enseña en las facultades de Sociología y en todas las carreras vinculadas con la ciencia política, de comunicación social y en postgrados de campañas electorales y management político. Acá, en Argentina y en todo el mundo.

Es común encontrarse con un cliente que prefiere excluir determinada pregunta en un cuestionario que indaga sobre un aspecto negativo de su propia carrera porque cree que "influirá entre los entrevistados". Desde el punto de vista estadístico, recordarle a 400 u 800 personas tal problema que tuvo un político, con el objetivo de poder estudiar cómo recuerda el tema, qué impacto causó en él como elector y si influirá en su voto futuro, es intrascendente. Por el contrario, es una herramienta valiosa que aporta al cumplimiento de los objetivos estratégicos de una campaña. De la misma manera se hacen preguntas sobre temas inexistentes para saber qué se opina, para estimar si se pueden usar ciertas cuestiones en una campaña, para construir discurso.

Esta discusión también tiene otro problema estructural: los denunciantes y sus equipos de campaña parecen muy buenos para hacer política pero es evidente que muy poco saben de campañas electorales modernas al sobrevalorar en esta instancia a los medios de comunicación. Que son muy buenos a la hora de decirnos sobre qué pensar pero de ninguna manera pueden hacernos pensar de determinada forma. La lucha de los medios de comunicación sobre las audiencias es sobre qué pensar (imponer agenda), no sobre cómo hacerlo. Mucho menos podría influenciar unas llamadas telefónicas.

La evidencia y queja de los líderes políticos respecto de que la gente no los está viendo ni escuchando, que no hay posibilidad de realizar una sola acción que tenga impacto en la ciudadanía tiene dos explicaciones básicas:

Estamos aburridos de su forma de comunicar y cansados de sus temas que no resultan interesantes, por lo tanto, el sistema parasimpático impide que esa información ingrese. Las experiencias más exitosas en política electoral son aquellas que buscan y logran la conexión emocional con la ciudadanía.

El campo de batalla electoral, donde nuestros mensajes guerrean con los de los oponentes, es el corazón y la mente de las personas. Porque ya no importa que se esté diciendo, sino lo que la gente sienta, escuche y procese. Hay que tener presente también que la información ya está en la gente. Los mensajes políticos a la luz de los últimos descubrimientos de las neurociencias no tienden a hacernos cambiar de opinión, cosa virtualmente imposible porque nuestro sistema emocional lo impediría bloqueando esa información, sino a activar la información que ya tenemos. Y para eso necesitamos encuestas y Estudios de Opinión Pública.

Ésta es la pregunta de la discordia.




viernes, 15 de julio de 2011



En la mañana del 12 de abril de 1961 el mundo se paralizó. Yuri Gagarin, el hijo de un humilde pastor de los Urales se había convertido en el primer ser humano en circunvalar la Tierra desde el espacio exterior. Era la segunda bofetada que recibían los Estados Unidos, luego del exitoso lanzamiento en 1957 del satélite Sputnik.

En menos de dos horas de viaje el sueño americano de ganar la carrera espacial había quedado destrozado. Uno de cada tres habitantes del planeta en ése momento eran comunistas. Todo estaba por hacer y lo mejor de eso, es que iban ganando, como ocurría con la cosmonáutica.

El impacto fue tan profundo e inesperado que los EEUU debieron reconocer rápidamente la hazaña. Aun antes de ser electo presidente, John Kennedy incorporó el tema a su campaña y finalmente tras ser electo, lanzó a sus compatriotas y a occidente un nuevo reto: La Luna. Los rusos ya en 1962 habían anunciado que no intentarían llegar al satélite porque no tenía ningún propósito estratégico.

El Mito que se construyó no fue "solamente" llegar a la Luna, aunque en la postal histórica, en nuestras mentes occidentales esté fijada la caminata de Amstrong. El reto era “llevar un hombre a la luna y traerlo sano y salvo”. Ése era el desafío. El Mito constitutivo de finales de los 60 y comienzos de los 70, en los Estados Unidos, era el del Pueblo Judío en el Éxodo que narra la Biblia.




“Si es que crees en Dios, te llevaré a la Tierra Prometida” dijo Moisés al abandonar Egipto. El paso de la esclavitud a la libertad comenzaba en la aceptación de que era posible. Pero la epopeya bíblica de los 40 años vagando por el desierto no está centrada en la llegada a Israel, sino en el pasaje. Es un rito del pasaje, muy bien corporizado en la Pascua Judía que el propio cristianismo luego adaptó para sí y su propia promesa "si es que crees en mí tendrás la vida eterna".

La guerra fría, la incertidumbre occidental frente a lo que se suponía eran los impresionantes avances tecnológicos de la ex URSS, el terror nuclear, la Guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles y otras amenazas como la dependencia del petróleo árabe, serían apaciguadas y dominadas si se cumplía la promesa. Traer a sus hombres “sanos y salvos”.

Aunque aparente paradójico, la imagen más impactante, desde el punto de vista político no fue, en ése momento, la caminata lunar, sino el instante en que explota la escotilla del módulo de amarizaje del Apollo 11 y asoma la cabeza de Buzz Aldrin. Estaban vivos. La promesa había sido cumplida.

El rito del pasaje es bien abordado por Sigmund Freud tanto en “El porvenir de una ilusión” como en “El malestar en la cultura". Con diferentes adaptaciones de aplicación ha sido uno de los Mitos fundantes del accionar político moderno. “Confíen en mí que los llevaré a la Tierra Prometida” parecen decirnos nuestros líderes cuando las amenazas del entorno nos hacen insoportable el presente.




Aquí el recurso fue utilizado recientemente por el equipo de comunicación de Mauricio Macri en spots televisivos en los que luego de contar aspectos de su gestión, mediante el recurso del storytelling, afirmaban "las cosas pasan cuando empezás a creer".


viernes, 3 de junio de 2011

"¿No sabes quién es Ron Paul? Gogléalo" dicen los carteles hechos a mano en los postes de iluminación en los suburbios de cualquier ciudad de los EEUU. Sus seguidores los levantan en los semáforos para que los automovilistas lo hagan en sus smartphones mientras cambia la luz. Otros afiches, directamente, preguntan "¿Quién es Ron Paul?"

Hace tiempo, por recomendación de un amigo americano que vive en el medioeste, criador de perros y activista por la legalización de la Marihuana, comencé a conocer a éste republicano.

Me guardé el logotipo de Ron Paul porque me pareció novedoso, limpio y simple, una mezcla de, entre conservador y prusuntuoso, que a la vez rompía con la lógica de la estética de las pre campañas (seguramente éste diseño no llegará a las primarias, sino que activará en este período previo y luego cambiará).

Me prometí aceptar el consejo e indagar quién era Ron Paul, tal cuál, luego descubrí, ése era el espíritu de su campaña de posicionamiento, preguntarse ¿Quién es Ron Paul?. Que fuera republicano y a la vez perfecto representante de la ideología libertaria ya sonaba raro. Impulsor de impuestos bajos, gobierno limitado, volver a los principios liberales de los padres fundadores de EEUU, neutralidad de la red, legalización de la Marihuana y el matrimonio Gay, más raro todavía.




Hay que considerar también que este médico obstetra fue el único representante que votó contra el Acta Patriótica de 2003 y un furioso activista contra la guerra con Irak. Hoy se opone a la intervención de los EEUU en Libia.

Hace unas semanas anunció su intención de candidatearse a la presidencia de su país. Su campaña promete dar una vuelta de tuerca en las herramientas, frescura y recursos a utilizar tanto poéticos y retóricos, como de storytelling y de grassroots activists. Consideremos aquí que el tan heterogéneo movimiento del Tea Party surgió de sus activistas luego las primarias republicanas de 2008 para tomar impulso nacional en 2009.

En términos económicos, la relación calidad-precio de una campaña de difusión en manos de personas interesadas es inmejorable. Si se consigue inspirar a una comunidad para que emplee su esfuerzo en ayudar a una causa, la eficiencia está garantizada. Y eso ya lo han asumido los republicanos tras la experiencia exitosa de sus oponentes en 2008.

Logo oficial de su campaña. ¿Un republicano apelando al amor?

Tienen la experiencia de las primarias de 2008, se constituyen como grupos autónomos y están realmente enojados. Ron Paul ha roto con el prejuicio de las campañas republicanas que siempre tienden a centralizar y controlar férreamente los mensajes. Cuando el mensaje se deja en manos de ciudadanos comunes, probablemente ellos añadan su propia creatividad a la receta.

Saber aceptar la iniciativa de los demás, y saber canalizarla cuando se acerca a los límites deseados es probablemente la tarea más complicada de la gestión de un fenómeno de grassroots. Y han aceptado el desafío de comunicar en la diversidad, con diversidad de discursos, de iniciativas, estéticas y mecanismos de acercamiento.




Desconozco la política interna americana y no quisiera opinar sobre ella. Pero se puede observar que la campaña de Ron Paul promete desplazar a las áreas más conservadoras del Partido Republicano tal como en 2008 ocurrió en el Demócrata con la aparición de Barak Obama.


martes, 31 de mayo de 2011

Las emociones, principalmente las que generan sentimientos positivos, influencian substancialmente las determinaciones políticas de las personas, ya que entre otras cuestiones ayudan a dar marco a las demandas profundas de bienestar. Si nuestro sistema emocional se perfeccionó a lo largo de millones de años lo fue para acercarnos al bienestar y alejarnos del dolor, por cuanto, sin distinguir las cuestiones racionales del discurso, los mensajes políticos que apuntan a fortalecer la sensación de bienestar sobreviven e impresionan nuestro sistema de manera significativa.



“La motivación y la energía persuasiva de la publicidad de una campaña política depende considerablemente de si un anuncio apela al miedo o al entusiasmo”[1]. La utilización del recurso miedo (guerra, amenaza permanente, enemigo oculto, inflación, etc.) en la campaña de los republicanos en los Estados Unidos, en 2004 fue determinante, opina, porque no abusaron de su utilización. El miedo tensado al extremo paraliza y haber permitido que gran parte del electorado pudiera detenerse a pensar en él hubiera eliminado gran parte del efecto. Mejor se inclina a pensar que la impresionante campaña de intoxicación informativa emitía un mensaje oculto de la esperanza de que otro gobierno de George Bush pudiera superar las causas del miedo. Lo mismo ocurrió con el recurso de la esperanza en un cambio provechoso de Obama en 2008.

La pasión como resultado de la emoción tiene efectos profundos en política, pero los investigadores han comenzado recientemente a estudiar cómo influencian nuestro pensamiento político. La subestimación de este impacto y cierta negligencia académica de muchos años desafortunadamente a sesgado nuestra comprensión del comportamiento político como producto de nuestro sistema emocional por sobre el racional.

En “El efecto del afecto. Dinámica de la emoción en el pensamiento y el comportamiento políticos”[2] del que participan más de treinta estudiosos del tema, se sugiere que la esperanza es el sentimiento que más afecta a una persona en la definición de voto de preferencia. "Cuando se trata de las emociones en la política, la atención se ha centrado en el miedo, la ira o la ansiedad. Pero la esperanza es una transformación de la emoción. Le permite ir a un lugar mejor, para avanzar, y esa es la razón por la que resuena con tanta fuerza entre los votantes"[3].



Para sus autores, la esperanza es la emoción más importante en la campaña y es determinante cuando el discurso opositor se basa en el miedo, miedo a perder el status alcanzado, cierto estado de bonanza, o miedo a que se descontrole la economía, las libertades, etc. Por cuanto el factor de esperanza que despierte un candidato será un elemento clave si se encuentra estrechamente relacionada con el miedo que genere el candidato opuesto. A su vez, los "votantes de la esperanza" construyen y difunden más adecuada y sostenidamente la imagen negativa del "oponente del miedo".

A su vez, Drew Westen en "El cerebro político: El papel de la emoción al decidir el destino de una Nación", explica cómo nuestro cerebro humano se desarrolló sobre millones de años para tomar decisiones primero con nuestras emociones y sólo secundariamente, con nuestras facultades lógicas. La inteligencia emocional controla absolutamente cada decisión que toma la gente, y no hay ningún aspecto donde más se note que esto es verdad más que en la política electoral.

El trabajo de Westen coincide, en parte, en resaltar la importancia de enmarcar el discurso político en una narrativa que otorgue sustento al “concepto central de la campaña y de qué historia se les está contando a los votantes”[4]. Allí radica la importancia de la utilización de una historia o de una narrativa emocionalmente atractiva y constante para presentar al público votante los valores del partido y del candidato. Solamente después de que hayan entendido esas dos cosas es que toman la decisión electoral.



Una buena historia hablará directamente a los cerebros emocionales de los votantes permitiendo golpear al mismo tiempo al opositor ya que si es una buena historia, lo excluirá, mientras permite que el protagonista acumule adhesiones. Pero aun así nuestros líderes son reacios a comprender y aceptar que las decisiones surgidas de esas historias bien narradas nada tienen que ver la lógica y la razón. Westen demuestra con su estudio que la gente racionaliza contradicciones evidentes de sus candidatos políticos preferidos sin ningún problema.

Ni aun presentándoseles la información objetiva cambian de idea o cuestionan sus decisiones porque el sistema emocional ya ha tomado las decisiones, y en política electoral, además están fortalecidas por el componente pasional, aunque se trate de electores aparentemente desapasionados de la política.



[1] Ted Brader. "Affective Intelligence and Beyond". 2007.

[2] The Affect Effect. Dynamics of Emotion in Political Thinking and Behavior. W. Russell Neuman, George E. Marcus, Michael MacKuen, and Ann N. Crigler. University of Chicago Press. 2007

[3] Ann N. Crigler. Dentro del libro citado, su trabajo se llamó "No abandonar la esperanza: Emociones, Candidatos, valoraciones y votos", es Jefe del Departamento de Ciencias Políticas en University of Southern California.

[4] Drew Westen. “The Political Brain: The Role of Emotion in Deciding the Fate of the Nation”. 2004

viernes, 27 de mayo de 2011

Hemos lanzado recientemente y con éxito seminarios de actualización para dirigentes gremiales y conducciones sindicales preocupadas en adecuar sus herramientas de gestión. Dos organizaciones a nivel nacional ya lo están implementando. Puede que estas líneas les sirvan para mejorarlo y adaptarlo a sus realidades o como disparador para otras propuestas superadoras a éste esquema.

Frankenstein. 1931

"tal vez sintió que tenía tanto para dar, tanto amor
y tal vez sintió algo parecido a la ternura...
pero cuando la niña lo tuvo de frente,
retrocedió horrorizada."

Esta es su justificación:

En gran parte las empresas y organismos empleadores han dejado de ser los “enemigos” de los sindicatos y sus trabajadores. La mayoría de las amenazas se encuentran fuera de los lugares de trabajo y ya no se resuelven solamente en las sedes de los gremios o en los organismos públicos oficiales.

El poder ha perdido su centro y la multiplicidad de puntos de conflictos que amenazan la reputación sindical y su fortaleza ya no dependen exclusivamente de su historia, coherencia y trayectoria. El Poder de la Opinión Pública acciona sobre su capital social positivo.

La falta de árbitros legitimados que diriman conflictos, la potestad de los medios como escenario y jueces de resolución de problemas, el creciente poder del consumidor, el usuario y la conflictitividad por demandas comunitarias y sectoriales que influyen sobre el resto de la sociedad obligan a adquirir nuevas herramientas de intervención.

El sindicalismo moderno requiere adecuarse a un entorno cambiante y que presenta nuevos paradigmas para el gremialismo argentino. Se hace necesario pues contar con elementos que construyan un blindaje de la imagen corporativa frente a la opinión pública, que amortigüe golpes y a su vez facilite el desarrollo de actividades que le son propias y otras conexas.

A su vez, tratamos con un nuevo tipo de afiliado/trabajador -en tanto nuevo ciudadano-, que interactúa de manera permeable con otras redes sociales, y medios de comunicación desde donde recibe estímulos que influyen en nuestra actividad.

La imagen del viejo dirigente gremial sólo ocupado en acciones reivindicativas y de prestación social resulta insuficiente en una realidad donde los factores externos condicionan el presente y los futuros desafíos de las organizaciones.

El impulso en la construcción de la imagen corporativa del gremialismo sobre aquellos aspectos socialmente esperados incluye el manejo adecuado de estrategias de comunicación, manejo de Opinión Pública, análisis de riesgo, técnicas de fidelización, prensa y relaciones públicas.

La puesta a punto del perfil deseado en actividades sindicales incluye la generación de prestigio personal de las conducciones y su dirigencia de manera que permita a su vez contemplar el concepto de la Marca única e incuestionable. En tanto que el fortalecimiento del rol que se desempeña en la comunidad es la garantía de la solidez del paraguas protector frente a situaciones de crisis.

La consolidación de la reputación del sindicalismo se impone como una necesidad en el camino de asegurar la defensa de los derechos de los trabajadores y prepararse para futuros conflictos, amenazas y nuevos retos.


Il quarto Stato. Museo de Milán

Nuestros Temas

Cómo estar presentes entre la indiferencia y el malhumor. Qué comunicar a quiénes y cómo. La realidad y la prensa. El posicionamiento y la definición estratégica de la comunicación.

La formación de opinión y el impacto de los temas nacionales en la construcción de imagen de marca de la gestión del sindicalismo moderno.


Primera semana
El carácter estratégico de la comunicación sindical. La política gremial como Marca y el posicionamiento en la opinión pública. Alianzas comunitarias y la Responsabilidad Social Gremial. La construcción de la agenda propia. Cómo comunicar en la era del entretenimiento. Elementos de análisis de riesgo y de planeamiento estratégico en el sindicalismo moderno.

Segunda semana
Análisis de la Opinión Pública en el nuevo escenario político nacional y provincial. La Argentina Modelo 2011-2012. Gustos, costumbre, creencias y esperanzas. El impacto de la situación política y económica en la Argentina que viene.

Tercera semana
Cómo llegar al corazón y la mente de los trabajadores y de la Opinión Pública de sus ciudades. Herramientas de comunicación, prensa y difusión. Las redes sociales, los blogs y los micrositios específicos. Cómo relacionarse con la prensa en las ciudades. La política de comunicación propia. Comunicación interna y externa. Los públicos y las audiencias.

Cuarta semana
Jornada Taller para la construcción de la caja mensajes y piezas de comunicación. Puesta en práctica de un Plan de Comunicación nacional, regional y por delegaciones. Creación de perfiles en portales, blogs, redes sociales, etc. Programas en los Cables de TV locales, radios y publicaciones propias.


jueves, 10 de febrero de 2011

Si bien vengo recorriendo varias provincias argentinas en este verano pre electoral, no he visto al momento otra experiencia de contacto personal y de búsqueda y detección del activo ciudadano, que la que desarrolla la Unión Celeste y Blanco en la Unión PRO bonaerense. El equipo de Campaña de Francisco de Narváez ha diseñado lo que se denominan Foros por la Provincia. El esquema no es nuevo y mucho menos novedoso. En Buenos Aires se utiliza con ese mismo formato desde al menos las elecciones legislativas de 1997 (En lo personal lo implementé en la Municipalidad de San Fernando, Buenos Aires, en 1996 denominándolos "Jornadas Consultivas y Participativas de la Comunidad" y se sigue usando ahora) . Lo han utilizado candidatos opositores, intendentes en ejercicio, legisladores y con un esquema parecido, hasta pastores evangelistas.

Francisco de Narváez en un "Foro por la Provincia".
El candidato a gobernador, luego de escuchar las
conclusiones, hace un balance de lo tratado.

En 1999, en la carrera de Ruckauf-Solá por la Gobernación bonaerense estuve a cargo, junto a otros compañeros, de esa campaña. La habíamos llamado "Mejor es hacer". El sistema, hace 20 años, se denominaba trabajo en Talleres y si se busca bien, también era utilizado en la década de los 70 por diversos sectores del peronismo, los cursillistas, los palotinos y otras organizaciones católicas.

¿Pero cuál es la necesidad de instrumentar en las primeras etapas de la campaña electoral estas jornadas y cuál es el valor práctico de hacerlo? En toda la Argentina los comandos electorales y las campañas de todos los candidatos están en una encrucijada: ¿Cómo llegar a la gente? Lo que hemos visto este verano es muy pobre: Caminatas de los candidatos en los centros de veraneo, pintada y cartelones en las rutas, alguna que otra declaración altisonante en los medios locales y no mucho más.


Muchos de ellos han perdido parte del tiempo más valioso que hay en una campaña que se inicia. Que no es otro que aquel que está más lejos del día de las elecciones. A medida que se acerca el comicio la gente deja de prestar atención, los oye pero no los escucha, los ve, pero no les presta atención. Es la maldita disonancia cognitiva y la existencia de un elector altamente sofisticado y adiestrado para detectar de inmediato aquella información que no es relevante en su vida cotidiana.

En la campaña electoral se busca conectar entre lo que el elector piensa y siente y lo que la campaña está diciendo y sobre lo que tratando de ser escuchada. La campaña electoral poco tiene que ver con la campaña política. Esta última está basada en contar a los ciudadanos qué piensa un político o agrupación, su sistema de valores y creencias. Mientras que la campaña electoral se orienta en buscar y lograr la conexión entre lo que ya piensa (y siente) el ciudadano y lo que estamos diciendo.

En una campaña electoral exitosa NO se busca incorporar información nueva entre el electorado sino en encontrar las coincidencias. De allí el valor estratégico de los grupos focales, las encuestas y los estudios de opinión.

Hoy estamos a 10 meses de la elección general en Argentina. Esta etapa es la de la "excusa". La excusa que nos permita acercarnos al vecino, en tanto futuro elector. Pero lo que tenemos que tener claro es que en esta etapa NO es un elector. Se convierte en elector cuando comienza a considerar su voto. Cosa que no está haciendo ahora. Puede que termine haciéndolo en la fila de votación, o en el colectivo rumbo a la mesa electoral, o tres meses antes, pero no ahora.


La consulta vecinal

El esquema es simple: Se invita casa por casa, mediante una pieza gráfica que se pasa debajo de la puerta si no hay recursos humanos suficientes para tocar el timbre, en el que se convoca a los vecinos de un barrio a una jornada de consulta sobre diversos temas que se incluyen para que sean considerados. Estimativamente de cada mil vecinos invitados, concurrirán 100 o 120 en un buen sábado y en un barrio bien trabajado.

Se los divide azarosamente en mesas de 10 y con un coordinador de la campaña se avanza punto por punto en los diferentes temas a analizar: Seguridad, juventud, salud, infraestructura, limpieza, necesidades, etc. Cada grupo arriba a conclusiones que después se leen a nivel general y se las presenta al candidato que hace un cierre sintetizándolas. De punta a punta dura dos horas. Se les sirva café, jugo y masitas, se los atiende bien. Porque aunque a la gente le encanta dar su opinión, se han tomado el trabajo de perder medio sábado con nostros. Simple.

¿Demasiado simple? Sí. Pero altamente efectivo. En principio porque ese 10 por ciento (los 100 de los mil invitados) son el activo del barrio o la localidad. Es gente altamente motivada por sus reclamos, necesidades y tiene explicaciones y propuestas sobre los problemas que observa o sufre. Ya ha llamado a los teléfonos del municipio, la delegación o la provincia. Como está enojado, ya ha hablado con sus vecinos, sus compañeros de trabajo y con los comerciantes del lugar.

Hace catarsis, ordena sus ideas, las discute y sopesa con otros que como él están en tema, ajusta su discurso a las mejores soluciones, les da forma para poder ser leídas rápidamente al final. Si es bien tratado por el organizador, sentirá que es considerado, que es una pieza valiosa y que lo necesitan. Conocerá a nuestro candidato personalmente y dependerá de éste si logra seducirlo y contagiarlo con la idea.

A la vez, el candidato tendrá un gran Focus Group, los militantes invitados a oír, precisamente escucharán los verdaderos problemas (no los que a ellos se les ocurre o imaginan) y se mezclarán con vecinos "reales". Si el candidato tiene una mínima estructura, varias de esas propuestas podrá llevarlas con sus concejales al debate en la ciudad o los medios , o engrosarán los materiales de campaña generales y los específicos del barrio. La cifra tampoco es importante. Si van cien mejor, si van 20 también. Es una cuestión de escalas.

Al final lo que quedará es el desafío de fidelizar a los concurrentes. Se les enviará a la casa las conclusiones pasadas en limpio e impresas. Se lo volverá a invitar para tratar un tema particular, para consultarlo sobre algo específico, se lo convocará tomar un café con el candidato, lo que sea para mantenerlo "cerca" e informado y principalmente que sienta que es considerado por la campaña.

Como se decía al principio, nada nuevo. Pero es una "vuelta de tuerca" altamente efectiva a la hora de contactar personalmente a nuestros públicos. Esta guerra es de uno en uno, casa por casa. Porque un candidato no gana por dos mil o 25 mil votos. Los sobres en las mesas de votación, a la hora del escrutinio, tienen un sólo voto adentro.

martes, 25 de enero de 2011

Neurocientíficos del Instituto Max Planck presentaron recientemente sus descubrimientos en torno a que ciertas melodías activan zonas de nuestro cerebro que generalmente permanecen estáticas a las estimulaciones externas. Esas melodías, que actúan bajo el sistema emocional (no racional), elevan los umbrales de atención, apercibimiento e implicación.

En un contexto emocional se produce una percepción más selectiva y discriminadora que pone en marcha mecanismos de “fast cognition” que hace más operativa la respuesta. Nos pone en guardia, o limita las barreras asociativas y en la comunicación genera concentración y foco intelectual. No podríamos ni aunque quisiéramos recibir toda la información con la que somos bombardeados desde “el afuera”.

Vivimos y percibimos en un estado de latencia inconciente. Son los estímulos que llegan por sistema emocional los que tienen prioridad para hacernos perder el estado de registro inconciente y aflorar más rápidamente a nuestro nivel conciente. Sin embargo su utilización de estos conocimientos como herramienta de comunicación política resulta esporádica, anárquica y poco profesional.

Según la gente de Max Planck, independientemente de la música, las letras y los gustos culturales de cada individuo, las cadenas de sonidos surgidas de las melodías predisponen al cerebro a abrirse a recibir información que de otra manera no ocurriría.



Entre los temas de mayor receptividad se encuentran "I Wish That I Could See You Soon" de Herman Dune; "Sweet Caroline" de Neil Diamond, Suspicious Minds de Elvis Presley; "You Don't Have To Say You Love" de Dusty Springfield , Father & Son de Cat Stevens y "Bella Ciao", canción popular de la resistencia partisana antifascista; y lo llamativo es que entre las melodías latinas más activantes se encuentra en primer lugar "Susanita tiene un ratón" de Emilio Aragón del grupo Gabi, Fofó y Miliki y entre otras conocidas, "Si me dejas no vale" de Julio Iglesias.

El descubrimiento permitirá impulsar nuevas investigaciones que beneficien a áreas de las industrias como el Marketing, la Comunicación Social, la Publicidad y por supuesto las campañas electorales, en cuanto a enfocar y afinar la selección musical de las piezas que mejor sean recibidas por los ciudadanos en tanto consumidores, usuarios o votantes.

Es que cuando estamos o creemos estar bajo situaciones estrés, y por el contrario, frente a temáticas poco importantes para nuestro sistema de valores cotidiano, como lo es en general la política, lo hacemos con la parte trasera de las áreas del cerebro donde el que manda es el sistema límbico. Es decir lo más importante para nuestra supervivencia y lo menos importante para nuestra vida cotidiana se procesa en el mismo lugar.



El cerebro humano no está capacitado para seleccionar racionalmente qué información abstracta (como la política) ingresa o no en el sistema. Cuando más necesitamos de nuestro pensamiento crítico no podemos utilizarlo por cuestiones adaptativas. La amígdala y otras partes del cerebro que han sido nuestras principales áreas de pensamiento durante mucho más tiempo que el lóbulo frontal se rige por la emoción.

Eso lo saben y se expresa como tendencia entre los anunciantes de las empresas, los políticos innovadores, las religiones electrónicas y otras ofertas que surgen del abstracto conceptual para explotar los defectos del sistema cerebral del hombre moderno. En lo que respecta a la política ocurre con mayor nitidez en momentos de temor o fatiga frente a las advertencias constantes de real imaginado o amenazas medianamente creíbles que se expresan en la sociedad.

Quienes estamos en campañas políticas y comunicación de gobiernos sabemos por experimentación directa o medición sociológica que ciertos temas musicales actúan como "abrepuertas" a otros (nuestros) mensajes. Ahora tenemos un basamento científico más para convencer a nuestros clientes de la oportunidad o no de utilizar determinadas canciones.