viernes, 5 de junio de 2009

La gente llega a su casa cansada de trabajar, agobiada por sus problemas. Se sienta en la mesa de la cena frente al televisor junto a su familia para entretenerse. Tanto entretenerse, que significa estar en dos lugares, tenerse en dos situaciones; como divertirse, vertirse en dos, son funciones sicológicas de preservación de la estabilidad mental y a su vez una función biológica de nuestro sistema emocional.

En ese contexto hay que comunicar política.

Lo difícil de esto, para quienes creemos ser racionalistas, es reconocer que nuestro comportamiento está determinado por el sistema emocional. Pero la pura verdad científica es que la función de las emociones es guiar a nuestro organismo por el camino de la supervivencia. Por eso nuestra especie pudo finalmente salir de las frías cavernas de la Europa de la última glaciación y llegar a nuestros días. Y de aquellos hombres de Cromagnon al hombre moderno sólo hay diferencias casi imperceptibles.

Donde más se observa la aplicación de sistemas emocionales en la toma de decisiones es en cuestiones abstractas o que para las personas se presentan como abstractas. Y la política para una amplísima parte de las sociedades modernas es una cuestión no concreta. La política, salvo en contadas oportunidades históricas, no es asumida como un proceso social y cultural que pueda cambiar la realidad cotidiana de las personas, por cuanto, luego de pequeñas evaluaciones que aparecen como medianamente racionales, las personas determinan sus opciones electorales mediante su sistema emocional.

Este sistema emocional es el que nos indica cual de los caminos o alternativas favorecen de mejor manera nuestra supervivencia. Para lograr hacer esto, debemos procesar una gran cantidad de información, entre muchas otras, las provenientes de nuestro pensamiento en el neocórtex, pero fundamentalmente las percibidas por los sentidos.

En esta consideración biológica del control funcional en los procesos emocionales adquiere una especial relevancia la amígdala. Se comprobó que esta estructura juega un papel fundamental en la expresión, y en la experiencia de la emoción, tanto en el ser humano, como en los animales inferiores . Una de las razones por las que la amígdala ejerce un control tan importante sobre los procesos emocionales radica en la considerable influencia de dicha estructura sobre el hipotálamo.

Pero cuando estamos o creemos estar bajo situaciones estrés, y por el contrario, frente a temáticas poco importantes para nuestro sistema de valores cotidiano, como lo es en general la política, lo hacemos con la parte trasera de las áreas del cerebro donde el que manda es el sistema límbico. Es decir lo más importante para nuestra supervivencia y lo menos importante para nuestra vida cotidiana se procesa en el mismo lugar.

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De éso y sobre cómo se puede lograr que los electores nos vean y escuchen nuestros mensajes políticos voy a hablar en el seminario organizado por la Universidad Católica de Salta el martes 10 de Junio próximo.