En 1992, luego de la primera Guerra del Golfo, George Bush padre, se encaminaba a una nueva victoria electoral por sobre el candidato demócrata Bill Cinton. Bush era el heredero de la gran victoria sobre el comunismo que había logrado Reagan (mientras él era su vicepresidente). Había liderado una gran victoria militar a cargo de la mayor coalición mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
El tema central de los votantes estadounidenses desde mediados de la década de los ochenta era la política internacional por sobre los vaivenes de la economía. Los temas eran el fin de la guerra fría, el desarme nuclear y generar un marco mundial que permitiera salir de lo que desde la economía se llamaba la década perdida.
Camino a esas elecciones nada hacía presumir que Bush perdería las generales. De hecho hasta dos meses antes superaba al demócrata por más de 10 puntos. Pero luego de los desfiles militares de la victoria, de enterrar a los muertos y condecorar a los héroes, la ciudadanía sintió que Bush no podía garantizar el despegue económico que se esperaba, porque sencillamente no era un tema central de su campaña.
Simplificando, la gran diferencia entre demócratas y republicanos es el papel del Estado, la presión tributaria y el uso que se hace de los impuestos. Mientras que los republicanos están generalmente a inclinados a desregular y favorecer a ciudadano con recortes impositivos; los demócratas apuntan a fortalecerlo a partir de programas sociales de amparo.
Clinton y Carville
Se sabe que la concepción del funcionamiento de una democracia como un “mercado político” no funciona. Los teóricos de la escuela del Public Choice tuvieron que enfrentarse desde sus comienzos a algunos problemas tan esenciales como el de porqué la gente vota y se abstiene. Aunque cabe de remarcar que si los individuos siguieran en su comportamiento como votantes en el “mercado político” la misma racionalidad con la que actúan en los mercados de bienes y servicios, ninguno debiera tomarse la molestia de hacerlo ya que si el cuerpo electoral es lo suficientemente grande (Fernando Esteve Mora, profesor de Teoría Económica de la Universidad Autónoma de Madrid. “¿Porqué la gente vota?”. 2008) y el resultado no depende de la decisión de voto de una sola persona.
¿Por qué ir a votar si el peso o influencia del voto de uno es insignificante y es costoso por poco que lo sea el hacerlo? La respuesta más elemental es que las personas cuando actúan como ciudadanos no se mueven sólo por los criterios que regulan su comportamiento en los mercados, es decir, no actúan guiados por sus intereses más privados sino que se guían por sus intereses públicos, incluyendo en ellos la ideología como expresión del conjunto de valores que informan tanto cómo se percibe la realidad social como la forma en que la sociedad debiera organizarse.
2009. En el mejor momento de la economía argentina
de los últimos 15 años el oficialismo sufría una dura derrota
Domingo Cavalo. Ministro de economía de Carlos Menem.
La marcha de la economía y las ideas que la mayoría de la
gente acompañaba.
La marcha de la economía es un factor importante, pero el bienestar personal y familiar no se mide sólo en consumo, ingresos e inversión. En la cosmovisión del electorado, son las ideas que apoyan y dan sentido a su vida, independientemente de la marcha de la economía la que definen el voto.
La sigo en otra entrada
1 comentarios :
Todo excelente escrito
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